Será porque me apasiona hablar de gatos que cada vez me encuentro más gente a mi alrededor con un peludete en su casa. Y muchas veces me hacen la misma pregunta ¿cada cuánto bañas tú a tu gato? Hablemos un poco de esto…

Siempre se ha dicho que los gatos son animales muy limpios. Es cierto, pueden llegar a dedicar mucho tiempo a lavarse. Algunos dicen que hasta un tercio del día.

Hay varios motivos para que lo hagan.

Durante siglos los felinos han tratado de eliminar su propio olor para evitar convertirse en presa de otros depredadores. Los gatos caseros aún conservan ese instinto y aunque están a salvo en nuestra casa, lo siguen haciendo. Si te fijas, justo después de comer verás que comienzan a lavarse. Tratan de evitar que parte del alimento haya podido mancharles y que ese olor los delate.

Normalmente comienza lavándose las patas, y una vez limpias y húmedas las pasa por la cara y orejas. Y luego en orden va limpiando hacia detrás: sus hombros, la espalda, las patas traseras, el rabo… Su elasticidad le permite llegar a casi todo su cuerpo. El lavado del gato es muy eficaz. Los gatos más mayores a veces pueden tener más dificultad para lavarse por falta de movilidad. Hacerlo con un trapo húmedo (no mojado) y un buen cepillado resultan para él una manifestación de tu afecto y les hace sentirse más cómodo.

Durante este lavado además reparte sus propias feromonas por su cuerpo, lo que le sirve para relacionarse con lo que le rodea y sentirse seguro. El gato es un animal muy sociable así que a menudo lava a su familia, sean otros gatos o tú mismo. Es una muestra de cariño, quiere mantenerte limpio y a salvo.

Su lengua funciona como cepillo. Está recubierta de una especie de espinas, como si fuera un velcro. En ellas se enganchan los pelos sueltos y la piel muerta. El gato ingiere estos pelos y los elimina en las heces. Es por eso importante que periódicamente y sobre todo en épocas de cambio de pelo, tomen productos que le ayuden a digerirlos. De esa forma evitamos que se les produzcan bolas de pelo y problemas estomacales que terminen haciéndole vomitar. El producto que me han recomendado siempre los veterinarios para ello ha sido la malta, aunque hay personas que prefieren dar un poquito de aceite mezclado con la comida. En todo caso lo mejor es consultar con vuestro veterinario, que conoce las necesidades concretas de vuestro gato.

El lavado también puede ser un síntoma

El gato es muy limpio, es indudable. Pero además de sentirse seguro y a salvo hay otros motivos por los que el gato se baña que no son tan positivos.

Puede producirse por el picor de una enfermedad o una alergia. En estos casos además del acicalamiento excesivo seguramente veréis algunas zonas calvas o heridas. Incluso es posible que notéis como su pelo se mueve al acariciarle, como una ola. Es una muestra de hipersensibilidad. En estos casos lo mejor es hablar con un especialista.

El humor también puede producir un exceso de lavado, si se encuentra ansioso. El exceso de estrés además se acompaña en ocasiones de caída de pelo y aparición de caspa, lo que puede favorecer que se produzcan molestias e hinchazón en el estómago.

Y al contrario, la falta de lavados también es una señal. Un gato deja de lavarse cuando se siente triste, tiene dolor o se encuentra enfermo. Si detectas que el gato no pone interés en mantenerse limpio puede ser recomendable una visita al veterinario.

No bañar el gato a menos que sea necesario

Así que ya veis que no suele ser necesario lavar a vuestro gato, ya se encarga él y lo hace de una forma muy eficiente.

Aunque seamos sinceros, es posible que paséis por algún momento en el que sí que necesite una ayuda. Los gatos son curiosos por naturaleza y sobre todo cuando son pequeños puede que pierdan el equilibrio, no calculen bien o simplemente se lancen a una aventura sin ningún miedo. Mi gata siendo bebé se metió en el cubo de fregar porque se puso a jugar con la espuma. Otro bebé se metió en el wc en su casa de acogida (¡tapas abajo siempre!). Otro gato volvió lleno de barro de una excursión por un jardín tras un día de lluvia… En todos estos casos fue necesario un baño por una sencilla razón, demasiada suciedad y productos que era mejor que no ingiriesen.

También hay situaciones en las que el gato necesita baños terapeúticos o los parásitos o una enfermedad provocan que el pelo se ensucie en exceso y necesite una ayuda. Será el veterinario el que os aconsejo en estos casos.

Y también puede ser necesario si se ha producido un golpe de calor (¡importante! nunca hacerlo con agua fría porque puede provocarle un shock!) https://miblogdegatos.com/2016/08/06/golpe-de-calor-el-peligro-del-verano/

Por si se produce alguna de estas situaciones hay algunos consejos que pueden hacer que el baño resulte menos traumático:

– Es importante que el gato tenga libertad para moverse. No es que odien el agua sino la sensación de obligación, inmovilidad, de imposibilidad de huída. Si es necesario bañarle y no quiere pasar por ello es importante cuidar de que no pueda hacerse daño (o a nosotros) en un intento de huída

– Poner en el fondo de la bañera, barreño o pila donde vaya a lavarse al gato una toalla para que no se resbale puede darle mucha más seguridad. Y podrá clavar las uñas si se siente estresado.

– Evitar si es posible mojarle orejas y cara. No solo puede traumatizarle sino que puede producirle dolores de oídos. De hecho se recomienda empezar justo por la parte contraria, sus patas traseras, y acercarse poco a poco a la cabeza.

– Utiliza agua tibia, entre 30 y 37 grados a ser posible. Probar la temperatura con la parte interior del codo puede ayudarnos a regular la temperatura.

– El jabón que se use tiene que ser un champú especial para gatos. Las personas y nuestros peludos tenemos pH diferente en nuestra piel, por lo que debe utilizarse un producto adecuado para ellos. También existen champús en seco, que según el grado de suciedad de tu gato pueda evitar el paso por la bañera.

– Es importante hablar al gato durante el baño con voz tranquila y baja para disminuir su ansiedad

– Y también es muy importante un correcto secado. En cuanto salga del baño debemos secarle con una toalla. Envolverle en ella puede no ser buena opción por la sensación de aprisionamiento. Si se deja, secarle con un secador con temperatura baja será la forma más rápida.

– Tras el baño puede necesitar pasar un tiempo escondido o lamiéndose en un rincón. Es bueno darle espacio, ya volverá a nosotros cuando se le pase el estrés.

Si a pesar de lo que habéis leído aquí decidís bañar a vuestro gato, o lo necesita por cuestiones veterinarias, lo mejor es acostumbrarlos desde pequeños pero nunca bañarle antes de los 2-3 meses. Con esta edad pueden resfriarse con facilidad y no tienen aún gran fortaleza para afrontarlo. Pero si es necesario en esos momentos limpiarlos, o simplemente para enseñarle a hacerlo, podemos lavarlos con un paño húmedo.

En conclusión: salvo situaciones muy concretas no será necesario bañar a vuestro gato. Dejarle a él que se limpie y ayudar con un cepillado para quitarle pelos sueltos le mantendrá el pelo limpio y suave.

Y una correcta alimentación además ayudará en su suavidad y brillo.

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Y para muestra, mi gata. En los años que llevan conmigo mis gatos, nunca he bañado a ninguno (salvo el día del cubo de fregar…) y acariciarlos es de lo más relajante y adictivo. ¡Son muy suaves!!